Pequeña Historia
EL CHRONICON NOVALICENSE Y LA CRÓNICA DE FRUCTUARIA
La historia del Santuario della Madre de Dios “Consolata” está ligada a dos episodios muy importantes, narrados en dos textos pertenecientes a los siglos XI y XIII, respectivamente: el Chronicon Novalicense y la Crónica de Fructuaria.
I) En el Chronicon Novalicense se narran las vicisitudes de monjes benedictinos que huyeron de la Abadía de Novalesa en el año 906, a causa de las incursiones de los sarracenos, quienes se asentaron en las cercanías de la entonces Iglesia de San Andrés, en Turín. Tras la llegada de los benedictinos provenientes del Valle de Susa, intervino el marqués Adalberto para disponer la construcción de un monasterio y la concesión en favor de los monjes de terrenos pertenecientes a las ciudades de Gonzole y San Dalmazzo (929).
II) La Crónica de Fructuaria narra los acontecimientos relacionados con la visión de Arduino, quien en 1016, luego de un sueño en el que se le aparecen la Virgen, San Benito y María Magdalena ordenándole construir tres santuarios –uno de los cuales en el lugar en donde se erguía la Iglesia de San Andrés en Turín, – se convierte en el promotor de la construcción de la nueva capilla, en la que, según se narra, fue hallada la antigua imagen de la Madre de Dios Consoladora.
DIFUSIÓN DEL CULTO DE LA MADRE DE DIOS CONSOLADORA (SIGLOS XII-XIII)
Según la tradición, claramente destacada por Arcourt, la imagen de la Santísima Virgen Consoladora fue encontrada en las cercanías de la Iglesia de San Andrés por un joven ciego, proveniente de Briançon, como consecuencia de una visión.
El descubrimiento de la milagrosa imagen, parte de la iglesia en los primeros siglos y luego extraviada, devolvió la vista al ciego, adquiriendo a partir de ese momento la connotación de imagen taumatúrgica, dispensadora de gracias y milagros.
Tras este descubrimiento, se cree que la imagen de la Virgen Consoladora fue colocada en una capilla de la iglesia, atrayendo un número cada vez mayor de fieles y devotos. El cuadro que se encuentra hoy sobre el altar mayor del santuario, es una pintura del cuatrocientos, copia del cuadro que representa a la Virgen con el Niño, conservado en la Iglesia de la Madonna del Popolo, en Roma.
En la base del cuadro de Turín se aprecia la inscripción Sancta Maria de Populo de Urbe, por lo que es posible que se trate de una obra comisionada por el Obispo Domenico della Rovere, prior comendatario de San Andrés desde 1480.
En 1584, la visita apostólica de Monseñor Angelo Peruzzi –quien describe el altar del santuario como ornado de manera bastante decorosa,– marca el abandono definitivo del Monasterio por parte de los monjes benedictinos, sustituidos en 1589 por la orden de los cistercienses.Así describe Monseñor Peruzzi la capilla de la Virgen Consoladora:
el altar de Santa María del Consuelo se yergue bajo las bóvedas de una capilla, y sobre él se puede apreciar una imagen muy devota de la Gloriosa Virgen, como indican los votos de cera y de plata y los retratos de hombres y mujeres que cuelgan de aquellas paredes. En el altar de la Virgen Consoladora se celebra misa todos los días con la presencia de una gran multitud de gente proveniente de todas partes.
LOS CISTERCIENSES SUCEDEN A LOS BENEDICTINOS EN LA CONDUCCIÓN DEL MONASTERIO DE SAN ANDRÉS
Los monjes cistercienses asentados en el Santuario della Consolata, además de la construcción de una nueva capilla para custodiar la Venerada Imagen, se preocuparon de intensificar e incrementar el culto.
Durante el siglo XVII, los cistercienses decidieron edificar una nueva iglesia, cuyo proyecto fue puesto en manos del arquitecto teatino Guarino Guarini. La nueva iglesia fue inaugurada en el año 1704.Durante el asedio francés de Turín en 1706, toda la ciudadanía se reunió en torno al Santuario della Consolata; una vez concluido favorablemente el asedio, la Ciudad de Turín dispuso que toda la circunvalación ocupada por los enemigos fuera demarcada con una serie de pilares de piedra, ubicados a lo largo de un circuito de 12 millas, con la efigie de la Virgen Consoladora y la fecha 1706.
Así narra Pietro Buscalioni en su monografía La Consolata nella storia di Torino, del Piemonte e della Augusta Dinastia Sabauda de 1938, y aún hoy es posible observar uno de estos pilares en el jardín, tras la verja que rodea el santuario.
El 29 de septiembre de 1706 el Cuerpo Decurional de la Ciudad reconfirmó la elección de María Consoladora como Patrona de Turín y –prosigue Buscalioni,– esta elección recibió luego una ratificación aun más solemne el 20 de junio de 1714, cuando, por determinación del mismo Cuerpo Decurional, aquella festividad popularísima asumió también carácter oficial.
En 1802, el decreto napoleónico de supresión de las órdenes religiosas obligó a los monjes a dejar el Monasterio, el cual, por un breve período, se transformó en cuartel. Con la Restauración (1815) regresaron al santuario, pero fueron reemplazados en 1834 por los Oblatos de la Virgen María tras la visita apostólica del Cardenal Morozzo, y con el voto explícito del Arzobispo de Turín Luigi Fransoni.
Antes del paso del santuario de manos de los cistercienses a los Oblatos, durante el reinado de Carlo Felice, se celebró allí el rito solemne de la coronación de la Sagrada Imagen. Con una ceremonia solemne, el 20 de junio de 1829, el ícono de la Virgen con el Niño fue coronado, confirmando a través de este gesto solemne el honor y prestigio conquistados durante los siglos precedentes.
EL SANTUARIO DELLA CONSOLATA DEL SIGLO XIX HASTA HOY
La historia del santuario durante el siglo XIX prosiguió su camino de la mano del destino de la ciudad. Tras una epidemia de cólera en 1835, la Administración Comunal hizo votos al Santuario della Consolata para obtener de la Divina Misericordia la liberación de la enfermedad del cólera, o la disminución del mal en sus efectos, o el alivio que Dios quisiera conceder a esta Ciudad.
Quedan huellas de este voto en el cuadro del pintor Amedeo Augero (1835-1836), conservado en la Sala del Consejo Comunal del Palacio del Ayuntamiento en Turín, el que representa a la ciudad, personificada en sus representates legales, en el momento solemne de la entrega oficial del voto al santuario.
Como testimonio del resultado favorable de esta petición se yergue la columna de granito con la estatua de la Virgen con el Niño, que aún hoy podemos admirar al lado del santuario, y cuya construcción fue ordenada en 1836 por la Ciudad de Turín por la gracia recibida.
En 1858, la conducción del santuario pasa de manos de los Oblatos de María a los Franciscanos Menores Observantes, quienes permanecieron allí hasta 1871, cuando fue trasladado al lugar, proveniente de la iglesia-convento de San Francisco de Asís, el Internado Eclesiástico fundado por el teólogo Luigi Guala. Bajo la guía del canónigo Allamano, rector en 1882, se realizó la última gran ampliación del santuario, obra del arquitecto Carlo Ceppi y del ingeniero Antonio Vandone (1899-1904).
Durante la Segunda Guerra Mundial, el edificio que albergaba al Internado Eclesiástico adyacente al santuario fue bombardeado (1943) y parcialmente destruido.
Los religiosos que lo habitaban se vieron obligados a refugiarse en Bra, para regresar sólo en 1948, con la inauguración del nuevo Internado Eclesiástico, reconstruido y reestructurado.
Hasta hoydìa el Santuario es el verdadero corazón de la Diocesis. Aquì acurren cada dìa muchissimas personas para confesarse, comunicarse, rezar y tomar aliento para su vida espiritual.